Un nuevo informe del McKinsey Global Institute alerta sobre lo que denomina uno de los problemas globales más importantes y menos discutidos que enfrentan las economías avanzadas: el declive de la población impulsado por la caída de las tasas de fertilidad.
Dado que dos tercios del mundo vive en países donde las tasas de fertilidad están por debajo de la tasa de reemplazo de 2.1 hijos por familia, se proyecta que las poblaciones en algunas regiones disminuirán hasta un 20%-50% para el año 2100, dice McKinsey en su informe, “¿Dependencia y despoblación? Enfrentando las consecuencias de una nueva realidad demográfica”.
Al igual que las tendencias globales, los datos recientes indican que la tasa de natalidad de Carolina del Norte también ha estado disminuyendo. Entre 2007 y 2022, el número de nacimientos por cada 1,000 residentes cayó de 14.4 a 11.4, lo que está por debajo del nivel de reemplazo. Esta tendencia está contribuyendo al envejecimiento de la población, con una edad promedio en Carolina del Norte que alcanza los 39.3 años, la más alta que ha tenido nunca.
ntre otras tendencias demográficas preocupantes señaladas por el informe de McKinsey, la proporción de personas en edad de trabajar de entre 15 y 64 años está disminuyendo, mientras que la proporción de adultos mayores que requieren apoyo financiero y de atención médica está aumentando.
En los países de la primera ola, como Estados Unidos, Alemania, Japón y China, se espera que la proporción de personas en edad de trabajar disminuye al 59% para 2050, desde el 67% actual. Mientras tanto, se proyecta que los adultos mayores representan el 25% del consumo mundial para mediados de siglo, duplicando su participación en el consumo desde 1997.
McKinsey advierte que el crecimiento del Producto Interno Bruto per cápita en estos países de la primera ola podría desacelerarse significativamente (un 0,4% anual en promedio) si no se implementan medidas correctivas para compensar el impacto del envejecimiento. Esa caída se traduciría en billones de dólares en pérdida de producción económica durante las próximas décadas.
“Si no se toman medidas rápidas e integrales, los trabajadores más jóvenes heredarán una economía mundial más débil, sistemas públicos de jubilación tensos y transferencias de riqueza erosionadas entre generaciones”, señala McKinsey en el informe. “Para generar resiliencia ante esta transformación demográfica se requieren cambios sociales y económicos fundamentales”.
Los hallazgos de McKinsey destacan que, sin intervención, para 2050, hasta el 50% de los ingresos generados por los trabajadores en las naciones de la primera ola podrían ser necesarios para financiar los sistemas de jubilación, una cifra que podría desestabilizar las economías globales.
“A falta de estrategias probadas, aumentar las tasas de fertilidad para reponer las poblaciones sigue siendo la batalla más difícil”, afirma el informe.
Cabe destacar que McKinsey advierte que incluso si las tasas de natalidad se recuperan de inmediato, todavía pasarían al menos dos décadas antes de que estas generaciones recién nacidas contribuyan a la fuerza laboral.