A medida que el año llega a su fin y la temporada navideña nos envuelve en su resplandor festivo, recuerdo el sentimiento atemporal de Charles Dickens en A Christmas Carol: “Siempre he pensado que la Navidad es una buena época; un momento amable, indulgente, caritativo y agradable; cuando hombres y mujeres parecen, de común acuerdo, abrir libremente sus corazones cerrados y pensar en las personas que están debajo de ellos como si realmente fueran compañeros de viaje hacia la tumba, y no otra raza de criaturas destinadas a otros viajes”.
Este monólogo de Fred, el sobrino de Ebenezer Scrooge, captura maravillosamente la esencia de la temporada, en particular la oleada de generosidad que caracteriza las donaciones de fin de año a organizaciones filantrópicas. En medio de los adornos de las decoraciones navideñas y la alegría que impregna el aire, la culminación del año se convierte en un momento conmovedor para que tanto individuos como corporaciones abracen el espíritu caritativo, reconociendo el viaje compartido de la humanidad y el poder transformador que tiene la filantropía para dar forma a una un mundo más compasivo y equitativo.
En el complejo panorama cultural actual, el clamor por la intervención gubernamental para resolver todos los problemas sociales a menudo eclipsa el increíble potencial de las iniciativas individuales y del sector privado. Si bien se reconoce la importancia del gobierno para abordar desafíos importantes, es crucial reconocer que no todos los problemas sociales requieren una solución gubernamental. La filantropía es un pilar indispensable, que ofrece una poderosa vía para que los ciudadanos individuales se conviertan en inversionistas sociales, brindando soluciones y apoyo que complementan los enfoques tradicionales.
En 2022, las donaciones caritativas en Estados Unidos experimentaron una disminución por primera vez en cuatro décadas, con una caída del 3.4% en las donaciones totales a $499.3 mil millones de dólares y una disminución del 10.5% cuando se ajusta a la inflación, según un informe de Giving USA. La caída se produjo en medio de desafíos económicos, incluida una caída del mercado de valores del 20 al 25% y una tasa de inflación del 8%. A pesar de estos factores, los expertos destacan que los resultados son mejores de lo previsto, teniendo en cuenta el difícil clima económico creado por la inflación. Las organizaciones sin fines de lucro de gran escala, como la Fundación Make-A-Wish, están lidiando con mayores costos debido a la inflación, lo que lleva a llamados a formas alternativas de apoyo, como donaciones de millas aéreas y puntos de hotel. La caída en las donaciones genera preocupación, especialmente porque ha disminuido el porcentaje de estadounidenses que participan en contribuciones caritativas.
Si bien la caída que vimos en las donaciones caritativas en 2022 fue poco común (solo ha ocurrido tres veces en los últimos 40 años), genera preocupación en un clima político en el que los dos principales partidos políticos buscan utilizar el poder del gobierno para sus propios fines, en lugar de preguntar si diferentes acciones son siquiera el papel adecuado para el gobierno. La esencia de una sociedad próspera no depende únicamente de las acciones gubernamentales; depende igualmente del esfuerzo colectivo de los ciudadanos comprometidos y de las empresas filantrópicas que apoyan. La unión de una economía de libre mercado y la benevolencia de la filantropía crea un ecosistema donde los problemas sociales encuentran soluciones diversas, adaptativas y creativas.
En el centro del argumento a favor de la filantropía está la noción de que los individuos y las entidades privadas pueden actuar como agentes de cambio influyentes. La esencia de esta inversión social no es simplemente una dádiva, sino un despliegue estratégico de recursos hacia iniciativas que a menudo están más allá del alcance o la capacidad inmediata de la acción gubernamental o de los intereses impulsados por el mercado.
La filantropía no socava el papel del mercado o del gobierno; en cambio, amplifica su impacto al abordar brechas y necesidades que de otro modo podrían permanecer insatisfechas. Actúa como catalizador de la innovación y la asunción de riesgos, fomentando soluciones innovadoras que inicialmente podrían no generar beneficios financieros, pero que pueden tener un profundo impacto en la sociedad a largo plazo.
Además, la filantropía opera con agilidad, sin restricciones burocráticas, lo que permite respuestas rápidas a problemas emergentes o áreas desatendidas. Interviene allí donde el apoyo gubernamental podría faltar o retrasarse y contribuir a soluciones sostenibles a largo plazo en diversos sectores, desde la educación y la atención sanitaria hasta la conservación del medio ambiente y más.
El argumento crítico a favor de la filantropía radica en su capacidad para abordar cuestiones que no pueden medirse únicamente desde el punto de vista económico. Los desafíos sociales, como el alivio de la pobreza, la equidad y la justicia social, exigen un enfoque multifacético que trascienda la dinámica del mercado. La filantropía es una fuerza impulsora del cambio, que apoya la promoción, el desarrollo comunitario y fomenta el capital social, por lo que es fundamental para configurar una sociedad más cohesiva y compasiva.
Cuando los individuos y las empresas se involucran en la filantropía, se convierten en algo más que donantes; se convierten en inversores sociales y colocan recursos estratégicamente en áreas que se alinean con sus valores, objetivos y visión de un futuro mejor. Esta mentalidad de inversión social es fundamental para crear una sociedad más resiliente y receptiva.
Como director ejecutivo de la Fundación John Locke y editor de Carolina Journal, tengo el privilegio de ser testigo del impacto de las inversiones caritativas en el avance de nuestra misión de una mejor Carolina del Norte. Nuestra organización está profundamente agradecida por el apoyo de nuestros donantes, cuya generosidad nos permite contribuir positivamente al bienestar del estado. Siguiendo el espíritu de la eterna cita de Fred en A Christmas Carol, animo a los lectores no sólo a considerar la posibilidad de donar a la Fundación John Locke, sino también a abrazar el espíritu caritativo más amplio apoyando otras causas valiosas para apoyar el florecimiento humano.
Si bien los gobiernos y el libre mercado desempeñan papeles vitales en la configuración de las sociedades, se debe considerar la posición fundamental de la filantropía como fuerza complementaria. No todos los problemas sociales requieren una solución gubernamental, y los ciudadanos individuales pueden ser inversores sociales, incidiendo en el cambio y el progreso a través de sus esfuerzos filantrópicos. El poder de la filantropía para abordar las necesidades sociales y al mismo tiempo fomentar la innovación y el cambio social no es solo una opción, sino un pilar indispensable para una sociedad vibrante y receptiva.